Jugosas y listas en 30 minutos
Ésta última vez me quedaron divinas, y si no que se lo pregunten a mi mujer, y eso que el horno es de los más simples del mundo, os cuento como las preparé.
Primero pelamos unas tres patatas grandes y las cortamos a rodajas de un dedo o un poco menos, las lavamos bien para quitar todo lo posible el almidón que llevan y posteriormente secamos bien, de esta forma evitaremos que se peguen en la bandeja, aunque también pondremos papel de horno y lo impregnaremos con un poco de aceite o mantequilla.
Antes de poner las patatas echamos un poco de sal por todo el papel de horno, las ponemos bien juntas para aprovechar todo el espacio y ponemos un poquito más de aceite por encima.
Salamos esta parte de las patatas y les ponemos un poco de pimentón dulce y perejil.
Previamente a todo esto habremos encendido el horno a unos 200-220º y meteremos las patatas a media altura una media hora.
Para los que les gusten algo churruscaditas como a mí, pueden ponerlas 4-5 minutos más con el gratinador, como veis por la foto me salieron de lujo y he de decir que no hizo falta darles la vuelta porque ni se pegaron ni se hicieron peor por no dársela tal y como se ve en la foto. Los 10 últimos minutos introducimos el pollo, que había comprado ya hecho, si las váis a gratinar meted el pollo en el minuto 25.
Bon apetit.
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